Sentado sobre el duro mármol, con los ojos cerrados siente la oscuridad de su mundo.
Sus cabellos rubios, ondulados y bien cepillados caen por sus hombros, tranquilos y de bien parecer. 

Lentamente sube su mano y sin decir nada sube un poco su guante de cuero negro por la muñeca. Entonces acerca su muñeca a su boca y con algo de ansiedad la muerde. Su rostro blanquecino y hermoso siente su propia sangre en su interior, esto hace que el hambre que siente se desvanezca solo un poco.

 -  Mi señor…- Un joven aparece en la sala que aún permanece en la oscuridad.

Él abre los ojos, amarillos y los clava en los de su sirviente.
El chico, que con una mirada tranquila y una leve sonrisa observa a su señor. 
Sé que pasamos por un momento de hambruna… pero…- Se acerca a él y a medida que se acerca se saca un bote de su bolsillo.- Es algo que he guardado para usted…- Baja la mirada.

Él quita su muñeca de sus labios, dejando un fino hilo de sangre por su barbilla. Entonces se echa un poco hacia delante y mira con atención el frasco.
La sangre es clara, parece acabada de coger… nota que su interior se autoconsume, le arde el estómago del hambre que están pasando. Entonces sube algo su mirada y se fija en los labios del chico.

-        -  Tienes los labios secos… ¿cuánto hace que no comes…?
-        -  ¿Eh?- Le mira extrañado.
-        -  …- Se fija en los ojos rojos del chico.- Come… a ti te hace más falta.
-        -  P-pero mi señor.- Le ofrece el frasco.
-        -  …- Aparta su mano, no quiere esa sangre.
-        -  Y-yo no quiero que usted pase hambre…

Él entonces se pone en pie con una elegancia casi fantasmagórica. Pasa su dedo índice por su barbilla y limpia su sangre. Entonces cierra los ojos y sube su rostro. Es un lugar triste, no es nada parecido a lo que un día fue.

-        - Mi señor…- Su sirviente se lleva el frasco al torso y le observa intranquilo.
-         - …- Aprieta los puños y gruñe con fuerza. Entonces abre los ojos y alza los brazos intentando sacar toda su furia.- ¡¿Porqué!?
-        -  …- Su sirviente agacha la cabeza algo asustado.
-        -  ¡¿Porqué nos haces esto padre?! ¡¿A tu sucesor?! – Entonces comienza a caminar por la sala, mirando a ambos lados, nervioso, fuera de sí. Coge una silla y la lanza contra la pared haciéndola pedazos. Luego mira la mesa y con una patada la lanza de nuevo.
-        -  Mi… señor…- El joven siente que su señor lo está pasando verdaderamente mal.

Entonces tras hacer varios destrozos en la sala de aquel castillo, cae de rodillas algo más tranquilo.
-       -   Mi corazón no late… desde hace más de quinientos años…- Se lleva la mano al torso, notando la suavidad de su camisa.- no siento nada más que hambre… y odio… por ese malnacido…
-         - ¡Mi señor!- Corre hacia él  y se queda a una distancia prudencial.- Por favor… no hables así de vuestro padre… podría ser peor…
-        -   …- Entonces poco a poco comienza a tranquilizarse. Sus ojos se ponen azules claros, por un momento parece humano.

-         -  Mi señor… - Cierra los ojos, no quiere una represalia por su parte.- ¿porqué no nos vamos de este lugar, hay zonas en donde hay comida en abundancia. Donde mujeres hermosas caerán en vuestros brazos…- Abre los ojos y se acerca algo más.- Por favor… vayamos en busca de vuestra salvación. De esa forma tú serás más poderoso… y podrás…

-        - A veces creo que eres inteligente.- Sonríe levemente y se pone en pie.- Recoge mis cosas.- Le mira con una leve sonrisa.- Nos vamos hacia el sur.

Y con la misma elegancia que antes comienza a caminar hacia la ventana. Allí observa el cielo, siempre de noche, sin luna… una noche oscura, una maldición que hace espantar a la comida.
-         -  Podremos morir…- Apoya una mano en la ventana.
-          - Es probable mi señor…- Mientras recoge ve que mucha de la ropa de su señor está rota.
-          -  Habrá lo que en las leyendas dicen… aquello que brilla en el cielo… lo que nos provoca la muerte. Poco a poco tu piel comenzará a quemar, unas ampollas horribles saldrán y de tu interior comenzarás a arder.
Su sirviente nota un pequeño repelús.
-         -  Pero eso será necesario… nos hará más fuerte. Y seguramente… veamos lo que en los libros cuentan.
-          - ¿Licántropos mi señor?
-          - Sí…- Sonríe mostrando sus afilados dientes.
-          - ¿No crees que eso será peligroso mi señor?
-          - Puede serlo… aunque no creo que lo sean más que mi persona.- Se apoya levemente en la ventana.- Rubens…
-         - ¿Sí mi señor?
-          - Recoge mi arma…
-         -  Por supuesto mi señor…
-         -  Ah…- Mira la zona de árboles.- Y cuando estemos por zonas de humanos… llámame por mi nombre.
-         -  …- Se pone en pie, deja la bolsa a un lado ya preparada.- Perdóneme… pero no recuerdo vuestro nombre.
-         -  Arkan Lorent…

Rubens hace una reverencia y asiente.- Por supuesto mi señor…
Entonces sin decir nada más se aleja para recoger su arma.

Arkan sin decir nada más se queda observando aquel lugar, todos los días… después de doscientos años de castigo. Entonces cierra los ojos y nota en su interior, dentro de aquella oscuridad… una nueva oportunidad.

-         -  Mi señor… yo le protegeré.- Sonríe levemente.
Arkan sonríe levemente y sin decir nada más se aparta de aquella ventana, esa será la última vez que permanezca en un lugar como aquel. 

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