Su respiración es pausada, el frío se cuela por su huesos, sus manos se rozan la una con la otra e intenta calentarlas con su propio aire.

Con cuidado aparta la mirada de sus manos y mira al frente, sus ojos verdes se quedan clavados en el horizonte.

- ¿No sientes el frío...?- La voz grave y fuerte de un ser extraño hace temblar el suelo.

Ella le mira seria, con cuidado se lleva las manos a su cuello y se coloca unas gafas de metal sobre sus ojos.
Así consigue mirarle mejor.

- ¡Habla ser insignificante!

La joven le mira, ahora consigue mirar a través de aquel vendaval de hielo.
- No es frío...- Con cuidado se sube un pañuelo a la boca y aprieta los dientes.



Entonces de aquella niebla aparece la cabeza de un dragón.
- No eres... humana...- Mira bastante interesado.
- Soy un ánima que ha conseguido un cuerpo...- Sonríe.- Ahora... ven conmigo y te ayudaré a conseguir tu venganza...

El dragón sale de aquella tormenta, ve que tiene una fuerte personalidad.- Ayudarme... ¿tú?

La joven le mira seria, entonces ve como el dragón aparece y su lomo tiene muchas cicatrices, en su rostro le falta un ojo y una de sus alas está rota.
- Eres fuerte...- Ella le mira.- Y como ánima he escuchado tus peticiones...
- …- El dragón gruñe un poco y da un paso hacia ella.- ¿Crees que yo voy a acompañar a un simple ánima? 
- Élacron... te están buscando. Yo puedo vengar lo de aquella batalla...- Le mira fijamente aunque nota sus pulmones casi congelados. 
- ...- Lentamente se acerca a ella y coloca su rostro justo en frente del suyo.

Werien nota sus gafas de aviador congelarse estrepitosamente. 

- Solo una batalla más... en la cual vengaré mis heridas y la caída de los míos... entonces tú lo vencerás. 
Ella levemente asiente con un ligero movimiento de cabeza. 

La joven ánima ve como el dragón se mueve rápidamente colocándose de lado justo en frente suya. Ella con cuidado se acerca y monta por su lomo, sintiendo a su vez las frías escamas del dragón por sus manos y piernas. 

A veces, cuando estamos solos y no sabemos qué hacer... cuando la desesperación se hace dueños de nuestro destino... aparece alguien que nos brinda su ayuda.




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